martes, 23 de marzo de 2010

pequeños lujos...

Hacia bastante tiempo que no me dedicaba un par horas a darme algún lujo o gusto como cuando vivía en la condesa o en la roma, de salir a dar "el rol" al parque más cercano y terminar en algún café leyendo el libro en turno o en un bar acompañado de un rico whisky, sólo por el simple gusto de hacerlo, sin la necesidad de ir acompañado o con la idea hacerme acompañar según se diera el caso y los tragos, y hoy me volví a dar ese tiempo, debería hacerlo más seguido.

En un principio mi intención no era la de pasar un tiempo por allá, simplemente era regresar a casa y ver alguna película o seguir leyendo en la comodidad de mi habitación, pero mientras atravesaba el parque México iba recordando lo que era vivir en esa colonia, ir al Pata Negra dos o tres veces entre semana, desayunar en el 2do Paso o en el Ocho, comer en los tacos Hola de amsterdam y michoacán (dios como extraño esos tacos), hacer los recorridos más largos en bicicleta en cuestión de 5 minutos y los fines de semana pasar horas enntre el parque y el circuito de amsterdam, visitar el diente de oro de vez en cuando para probar un nuevo whisky (sólo uno porque resulta que varios salen muy caros), ir a leer a alguna banquita del parque, o al village café, rara vez al café de la selva que esta a un costado del diente de oro -la tentación era mucha y la fuerza de voluntad poca-, fines de semana ir a comer a la ostra, o empezar en la cervecería y terminar en la 1810, comer los viernes en el mercado o si había con que, en el 10, la roma no era muy distinta, los lugares cambiaban sin embargo la rutina era similar y en ocasiones el viaje de 15 minutos caminando a cualquiera de esos lugares era cuestión de un poco de actitud o sed, sólo agregaría los fines de semana comprando lienzos para óleo y chacharas en el mercado de alvaro obregón, y mientras pensaba en varios de esos pasajes, decidí que nada tiene de malo tomarse un par de horas y retomar uno de tantos gustos de los que era asiduo, un par de tazas de café, el libro en turno, algun postre para descansar de la rutina incluso cuando no se tiene mucho trabajo o se esta cansado, simplemente darse el lujo de sentirse en paz con algo que me guste, pues al final del día no tengo que darle cuentas a nadie más que a mi.

Tras los últimos cambios en mi vida, -mudanza, trabajo, vivir tan cerca de la oficina y en una colonia muy distinta- habia olvidado lo necesario que es darse tiempo y consentirse para recargar la pila y la buena vibra, por mínimas que sean las actividades que nos complacen, deberían formar parte integral de nuestra agenda, simplemente por salud mental.

Ahora que viene el fin y semana santa, creo que me voy a dar varios de esos gustos que tanto hacen falta, sobre todo cuando hace falta despejar la mente, aclarar las ideas y cambiar un poco de aires.

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